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Control médico, Ejercicio físico y fisioterapia contra el linfedema post-cáncer de mama.

Hola lectores de Tratamientoictus.com. Hoy vamos a hablar de la campaña de doce meses del Colegio de fisioterapeutas de Madrid. Este mes el lema es sobre el control médico, el ejercicio físico y la fisioterapia para el linfedema después de un cáncer de mama.

«Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer de Mama, que cada año se conmemora durante el mes de octubre, la Institución colegial ha dedicado su videoconsejo del mes de octubre al tratamiento y la prevención del linfedema.

Imagen del videoconsejo.La atención de un fisioterapeuta especializado, el control médico y un estudiado programa de ejercicio progresivo son claves para reducir los síntomas del linfedema, prevenir su aparición y detectar sus primeras señales.
Así lo ha asegurado el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM) en el videoconsejo del mes de octubre de su campaña ’12 meses, 12 consejos de salud’, una iniciativa a la que se han sumado los colegios profesionales de Cataluña, País Vasco, Navarra, Galicia, Andalucía, Comunidad Valenciana y Cantabria.
Consideraciones como el seguimiento y control del médico, el tratamiento precoz de la patología con un fisioterapeuta especializado (con movilizaciones, tratamiento de cicatrices y drenaje linfático manual), y la importancia de que el paciente informe de cualquier tipo de cambio que detecte en su estado físico (hinchazón, volumen, enrojecimiento, calor, entumecimiento u hormigueo) son esenciales para conseguir una buena recuperación después de la intervención quirúrgica o tras las sesiones de radioterapia.
Tal y como indican desde la American Cancer Society, una de las instituciones de referencia mencionadas en el videoconsejo, el entrenamiento aeróbico y de fuerza durante al menos 150 minutos de intensidad moderada o 75 de intensidad vigorosa a la semana, así como el uso de pesas para fortalecer y tonificar los miembros superiores, a través de un programa de ejercicio progresivo, no incrementa la gravedad o incidencia del linfedema. Al contrario, disminuye la incidencia de exacerbaciones, reduce los síntomas y mejora la fuerza muscular del paciente.»
En la web puedes ver un videoconsejo: http://noticias.cfisiomad.org/noticia/videoconsejo-cpfcm-linfedema-cancer-mama.aspx
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El ejercicio de alta intensidad podría ayudar a ralentizar la enfermedad de Parkinson

El ejercicio de alta intensidad podría ayudar a ralentizar la enfermedad de Parkinson

Hola lectores de Tratamientoictus.com. Hoy vamos a compartir una noticia que han publicado en la web

de la revista Neurología. El ejercicio de alta intensidad podría ayudar a ralentizar la enfermedad de Parkinson.

El ejercicio de alta intensidad podría ayudar a ralentizar el Parkinson

Se basan en un artículo científico y destacan lo siguiente: «Las personas que padecen enfermedad de Parkinson (EP) en su etapa inicial podrían ralentizar la progresión de este trastorno neurodegenerativo mediante un régimen de ejercicio de alta intensidad.
Un nuevo estudio incluyó a 128 pacientes de 40-80 años (edad media: 64 ± años; 57% hombres) que estaban en la fase inicial de la EP y todavía no tomaban medicación antiparkinsoniana. De ellos, 43 pacientes realizaron sesiones de ejercicio de alta intensidad (frecuencia cardíaca máxima del 80-85%) y 45 realizaron sesiones de ejercicio de intensidad moderada (frecuencia cardíaca máxima del 60-65%) cuatro días a la semana durante seis meses. Un grupo control de 40 pacientes no realizó ejercicio alguno.

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Los resultados mostraron que el ejercicio intenso era seguro y que retrasó el empeoramiento de los síntomas de la EP, como la pérdida de control muscular, los temblores, la rigidez, la lentitud y los problemas de equilibrio, según la puntuación motora en la Unified Parkinson’s Disease Rating Scale.
Por contra, un nivel de ejercicio moderado, por debajo del umbral de frecuencia cardíaca descrito en el estudio, no fue efectivo para ralentizar la progresión de la enfermedad.
[JAMA Neurol 2017; Dec 11. [Epub ahead of print]]Schenkman M, Moore CG, Kohrt WM, Hall DA, Delitto A, Comella CL, et al.»

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Troosters y Actividad física en este vídeo ERS

Hola lectores de Tratamientoictus. Hoy vamos a compartir un vídeo en inglés sobre los beneficios de la actividad física,incluso cuando tenemos una enfermedad crónica. T. Troosters, toda una eminencia en el ámbito de  la fisioterapia y rehabilitación cardiopulmonar habla en este vídeo de la ERS (European Respiratory Society).

The Healthy Lungs for Life campaign is a joint European Respiratory Society/European Lung Foundation global awareness campaign aimed at all age groups, all respiratory disease areas and all stakeholders in respiratory medicine from scientists to the patient.

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Ejercicio para estimular al cerebro

Buenos días lectores de Tratamientoictus.com

Hoy vamos a compartir una noticia de Elmundo.es sobre la relación del ejercicio físico con la mejoría cerebral.

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«Los científicos saben desde hace algún tiempo que cuando en el cerebro se liberan dopamina y norepinefrina (catecolaminas), la memoria se consolida. Y resulta que el ejercicio físico es una de las actividades que más aumenta la secreción de estas moléculas. «Todo cuadra», asegura Guillén Fernández, investigador del Centro Médico de la Universidad de Radboud (Países Bajos) y coautor del estudio, que también ha demostrado que ejercitarse inmediatamente después de estudiar no tienen ningún efecto sobre la memoria. «Los cambios químicos ocurren con un ejercicio adecuadamente temporizado, realizado en el momento oportuno», argumenta Fernández.

Buena parte de los efectos del deporte se debe a que poner los músculos a trabajar aumenta la producción de la proteína BDNF (siglas inglesas de factor de crecimiento derivado del cerebro). La molécula que cumple funciones de socorrista para las neuronas. Tal y como se podía leer a principios de año en la revista Neurology, cuanto mayor es la reserva de esta sustancia más protegido está nuestro cerebro frente a agresiones como las placas que se forman en la mente de los enfermos de Alzhéimer. Aumentar la cantidad de BDNF equivale a pisar un freno que ralentiza el deterioro cognitivo hasta un 40%»

 

Si busca un equipo en Madrid para la neurorrehabilitación a domicilio de su familiar contacte en el 654520362 con el Coordinador del equipo multidisciplinar (logopedia, fisioterapia, terapia ocupacional y psicología) de www.tratamientoictus.com.

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Dormir de 7 a 8 horas y ejercicio para prevenir el Ictus

Hace unos días aparecía la noticia de que dormir más de 8 horas al día aumenta el riesgo de sufrir ICTUS. Como es una opción poco probable, ya que la vida en la ciudad es frenética, destacamos partes del estudio de la Universidad de Nueva York, parte de la noticia de Antena3:

«Dormir más de ocho horas por la noche aumenta significativamente las posibilidades de sufrir un accidente cerebrovascular, afirma un grupo de científicos estadounidenses de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, que han presentado los resultados de su estudio en la Conferencia Internacional sobre el Ictus 2016, celebrada en Los Ángeles.

Al analizar los resultados de una encuesta realizada entre 2004 y 2013 a 288.888 adultos, los científicos llegaron a la conclusión de que dormir de siete a ocho horas por noche reduce en un 25% el riesgo de sufrir un derrame cerebral, mientras que los que duermen más horas tienen un 146% más de probabilidades de sufrir esta enfermedad. A su vez, los que duermen menos de siete horas también aumentan el riesgo, pero en un 22%.

En su estudio, los investigadores analizaron los factores que contribuyen al riesgo de accidentes cerebrovasculares teniendo en cuenta el estado de salud de los participantes, su estilo de vida, edad y origen étnico, así como si realizaban alguna actividad física como caminar, nadar, montar en bicicleta o dedicarse a la jardinería.

Dormir de siete a ocho horas cada noche y hacer ejercicio entre 30 a 60 minutos de tres a seis veces a la semana resultó ser la combinación más eficaz para la prevención del ictus.»

 

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Deporte para mantener sano el cerebro

Como leemos hoy en Lavanguardia.com el ejercicio físico ayuda a mantener sano el sistema nervioso

«Que el deporte es esencial para mantener una buena salud física no es ninguna novedad. Se sabe que ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares y metabólicas, e incluso algunos tipos de cáncer. También, que es clave para mantener el cerebro saludable, en forma, y evitar el declive cognitivo asociado al envejecimiento. Y los beneficios de sudar la camiseta no se detienen ahí. Un nuevo estudio, cuyos resultadosse recogen en la revista Current Biology, concluye que el ejercicio moderado puede ser una herramienta eficaz para tratar problemas de visión, como el ojo vago en adultos, o incluso lesiones ocasionadas por traumatismos cerebrales.

La clave es la plasticidad cerebral, una cualidad única que nos permite adaptarnos a los cambios, aprender y recordar. Es mayor durante las primeras etapas de la vida, cuando el cerebro está en desarrollo y es modelado continuamente por las experiencias, pero con la edad disminuye.

Durante la última década, se han realizado numerosas investigaciones que han comprobado cómo el deporte cardiovascular practicado de forma regular funciona como una especie de engrasante neuronal que genera nuevas células nerviosas en regiones como el hipocampo, un área relacionada con el aprendizaje y la memoria; que provoca la generación de nuevos capilares sanguíneos que irrigan mejor el cerebro; y que provoca que las sinapsis sean más modificables, configurables. No obstante, se creía que en algunas áreas, como las sensoriales, no había nada que hacer.

“Hace tan sólo una década la idea predominante era que el córtex visual [el área del cerebro encarga de la información visual] en los adultos no se podía modificar, no era flexible. Pero nosotros hemos demostrado que bastan niveles moderados de ejercicio físico para aumentar la neuroplasticidad en esa área en una persona adulta. Y eso es muy importante porque abre la puerta a desarrollar nuevas estrategias terapéuticas que aprovechen esa plasticidad en adultos”, explica a Big Vang Claudia Lunghi, neurocientífica de la Universidad de Pisa, en Italia.

Junto a Alessandro Sale, investigador del Instituto de Neurociencias del Consejo Nacional de Investigación de Italia, esta experta quiso analizar si podía influir mediante el deporte en el cerebro de personas con ambliopía, con el objetivo de ayudarlas a recuperar visión. Más conocida como ojo vago, la ambliopía comporta la pérdida de capacidad para ver claramente a través de un ojo y en el caso de los adultos carece de tratamiento.

Estimular el cerebro sensorial

En anteriores experimentos con animales de laboratorio, Sale ya había demostrado que cuando los roedores, con ojo vago, corrían en una rueda dentro de sus jaulas mostraban niveles de plasticidad en el córtex visual más elevados que las ratas sedentarias y que eran capaces de recuperar visión. “Quisimos comprobar si esos resultados eran extrapolables a los humanos, si el ejercicio físico también podía promover la plasticidad visual en adultos”, cuenta este neurocientífico a Big Vang.

Así, realizaron un experimento en el que sometieron a 20 voluntarios adultos a dos pruebas: en la primera, les tapaban un ojo, los invitaban a relajarse en un sofá y a ver una película. Y en la segunda, les volvían a colocar un parche en el ojo pero esta vez, mientras miraban el film, los hacían pedalear en una bicicleta estática en intervalos de 10 minutos, a un ritmo moderado que les hiciera subir las pulsaciones a 120 por minuto.

Con esta prueba, los neurocientíficos querían medir lo que se denomina ‘rivalidad binocular’. En general, ambos ojos trabajan de manera conjunta, no obstante cuando se tapa uno durante un tiempo, ése se vuelve más fuerte porque el cerebro trata de compensar que no recibe información visual de él. El desequilibrio resultante entre ambos ojos se utiliza en neurociencia para medir la plasticidad visual.

En el experimento, estos científicos italianos observaron que el ejercicio potenciaba claramente la capacidad plástica del cerebro. “Nuestros resultados son muy claros: hacer ejercicio mientras tenían el ojo tapado favorecía la plasticidad del córtex visual de los voluntarios. Y nos sorprendieron dos cosas: que el ejercicio físico pudiera tener un efecto tan rápido, en sólo dos horas. Y que a pesar de que era una actividad física moderada, tenía un efecto beneficioso”, señala Lunghi, que añade que “este tipo de ejercicio, moderado, que todo el mundo puede realizar, además de mantenerte saludable físicamente, es una forma sencilla de tener el cerebro ágil, flexible, en la edad adulta, de rejuvenecerlo”.

La razón que subyace a esta influencia positiva es un descenso de los niveles de un neurotransmisor llamado GABA. A medida que disminuye la concentración de esta molécula, el cerebro se vuelve más receptivo. “Este neurotransmisor actúa como un tremendo freno para limitar la plasticidad en el cerebro. Al conseguir reducir su cantidad mediante el ejercicio se reabre una ventana a la plasticidad cerebral, que podemos usar para ayudar al ojo vago a recuperar su habilidad”, afirma Sale.

Deporte para un cerebro sano

Lo importante de este estudio es que se suma a cada vez más investigaciones que demuestran que practicar deporte de forma regular tiene un papel clave en la salud mental y también en la recuperación, cuando se produce un problema. “La actividad física es beneficiosa para la salud en general y nuestros resultados sugieren que se podría usar para incrementar la eficacia en tratamientos con pacientes adultos como estrategia para aumentar la neuroplasticidad y aprovechar esa ventana para recuperar una lesión o incluso prevenir el envejecimiento patológico del cerebro”, destaca Lunghi.

Anna i Mireia de Manlleu i Torello han bajado a Barcelona para correr la cursa de El Corte Inglés. (Llibert Teixidó – Llibert Teixidó)

David Costa, investigador del Institut de Neurociències de la Universitat Autònoma de Barcelona, estudia desde hace años los efectos del deporte sobre la cognición. Respecto al trabajo de Lunghi y Sale comenta que “demuestran que la corteza visual, que en adultos se creía que era inalterable, se puede modificar”. Este científico del Departamento de Psicobiología y Metodología de Ciencias de la Salud investiga si mediante el ejercicio físico se puede conseguir que una persona que ha sufrido una lesión cerebral, como un traumatismo o un derrame, se recupere antes o que las consecuencias de la lesión sean menos graves.

“No es que con el deporte vayamos a solucionar el problema, sino que podemos ayudar a que el tratamiento funcione mejor. El ejercicio por sí mismo no cura nada”, explica Costa.

Y lo mismo ocurre en el caso de la cognición. Se sabe que quienes practican actividad cardiovascular de forma regular tienen un cerebro más plástico. Por ejemplo, en diversos estudios se ha observado que los niños que practican algún deporte y estudian, claro, suelen obtener mejores notas que aquellos que son más sedentarios. “Es como tener un campo, que sería el cerebro, que abonas mucho con el deporte. Si no pones ninguna semilla, de allí no va a brotar nada. Pero si adobas y pones la semilla, es decir estudias o en el caso de una lesión aplicas un tratamiento, entonces aquella planta saldrá mucho mejor, más rápido. Eso es lo que hace el ejercicio”, ejemplifica este investigador.

El deporte es una forma sencilla de tener el cerebro ágil y flexible en la edad adulta, de rejuvenecerlo
CLAUDIA LUNGHI

Neurocientífica de la Universidad de Pisa

Ante una lesión

Costa y su equipo publicaron hace unos meses en la revista Journal of Neurotrauma los resultados de una investigación realizada con animales que simulaban un traumatismo craneoencefálico y que padecían todas las características de esta lesión, como por ejemplo pérdidas de memoria a largo plazo. “Quisimos comprobar si con el ejercicio físico, los animales eran capaces de disminuir ese déficit cognitivo y mejorar la recuperación”, relata Costa.

Observaron que cuando los roedores eran activos y corrían en una rueda, ese ejercicio prevenía que perdieran más facultades y les hacía mejorar a largo plazo su capacidad de memoria. Además, se generaban nuevas neuronas en el hipocampo, una región estrechamente vinculada a la memoria y el aprendizaje, “y los animales que más nuevas células tenían, mejor recordaban después”.

Además, vieron que el ejercicio, una vez ocurrida la lesión, protegía al cerebro de la muerte neuronal secundaria. “Cuando sufres una lesión, se produce una muerte neuronal directamente por el impacto y luego durante meses o incluso años siguen muriendo neuronas debido a ese golpe inicial. Hemos visto que el deporte protege frente a esta muerte neuronal secundaria”, comenta Costa, quien anuncia que el siguiente paso será ahora comprobar si estos resultados se repiten en humanos.»

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Prevención del Ictus

Hoy compartimos un artículo de la web Dmedicina.com sobre la prevención del Ictus o accidente cerebrovascular. Es una web muy recomendable para conocer los aspectos del Ictus y os aconsejo visitarla.

«El ictus afecta en España a 187 pacientes por cada 100.000 habitantes al año, según las estadísticas del estudio Iberictus: “Incidencia de ictus en España” realizado por la SEN, y es la causa la muerte del 30 por ciento de los enfermos a los que se ha detectado la enfermedad  en los primeros meses. Además, se considera la primera causa de dependencia en adultos, según afirma Jaime Gállego, especialista en Neurología de la Clínica Universidad de Navarra, quien ha hablado con DMedicina con motivo del Día Mundial del Ictus, que se celebra el 29 de octubre.

El especialista señala que aunque no existen señales predecesoras al ictus hay síntomas de alerta que pueden ayudar a las personas a prevenir su aparición:

  • Pérdida brusca de fuerza, acorchamiento o adormecimiento de la cara, el brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.
  • Alteración violenta del lenguaje, de manera que, el paciente no puede hablar, ni entender, ni ser entendido.
  • Pérdida repentina de visión parcial o total en uno o ambos ojos.
  • Dificultad para caminar con pérdida de equilibrio y coordinación.
  • Dolor de cabeza repentino e intenso, sin causa aparente, que puede estar acompañado de vómitos y alteración de la consciencia.

Gallego hace hincapié en que es importante conocer las causas y los grupos de riesgo de las personas a las que afecta esta enfermedad con más frecuencia para mejorar la prevención.

Algunos factores de riesgo no se pueden controlar, como los antecedentes familiares o la edad, dado que a pesar de que el 70 por ciento de las personas que sufren esta enfermedad son mayores de 65 años, según el especialista, “cualquiera puede sufrir un ictus”. No obstante, otros sí son evitables, por lo que es de vital importancia su prevención. Entre estos factores modificables destacan: la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol elevado, la fibrilación auricular, la obesidad, el síndrome de apnea del sueño, el abuso de alcohol y el sedentarismo. En pacientes jóvenes, “además de anomalías hereditarias o malformativas, los ictus pueden producirse por el consumo de sustancias tóxicas como las drogas”, según Gállego.

Conocer para prevenir

Es importante conocer, tanto los factores de riesgo, como los consejos para prevenir la enfermedad. El experto señala que conocer la enfermedad es muy importante para poder prevenirla, ya que si éstos se controlan, se podrían evitar el 80 por ciento de los ictus:

  • Mantener una dieta saludable: La dieta mediterránea puede ser una buena opciónpara controlar la alimentación, ya que además de ser una dieta equilibrada que aporta los nutrientes necesarios, tiene un bajo contenido en ácidos grasos saturados, es rica en sustancias antioxidantes y ayuda a disminuir la posibilidad de sufrir obesidad, colesterol malo y diabetes.
  • Hacer ejercicio regularmente: Practicar deporte de forma regular es una práctica saludable que ayuda a evitar la obesidad y la diabetes, además de prevenir enfermedades cardiovasculares.
  • Prescindir del tabaco: Fumar eleva el riesgo de padecer un ictus, dado que la nicotina origina placas de colesterol en las arterias, obstruyendo las mismas. Los fumadores tienen mayor riesgo de sufrir un ictus.
  • Evitar beber o hacerlo de forma regulada: El consumo excesivo de alcohol es perjudicial, ya que puede producir hipertensión y enfermedades cardiovasculares. No obstante, beber una copa de vino al día, es antioxidante y mejora nuestro sistema circulatorio.
  • Revisar la tensión arterial frecuentemente: La hipertensión es el principal factor de riesgo de ictus. Controlar y vigilar la tensión evitará además las enfermedades cardiovasculares.
  • Vigilar y tratar adecuadamente la diabetes: Es importante para prevenir el ictus realizar controles médicos de forma periódica, dado que los vasos sanguíneos se ven afectados por esta enfermedad.
  • Controlar las cardiopatías, en concreto, la fibrilación auricular: Las alteraciones en el ritmo cardiaco, como en el caso de las fibrilaciones auriculares, pueden producir hipertensión y trombolembolismos cardiacos.»
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El ejercicio cambia nuestro cerebro?

Según un artículo publicado en TheNewYorkTimes sobre una atleta de 93 años que empezó siendo atleta a los 77. Los científicos estudiaron su cerebro. Se llama Olga koltelko, y los médicos vieron que su cerebro, comparado al de otros nonagenarios, contenía mucha más materia blanca y menos deficiencias en el hipocampo, zona de la memoria. Publicaron el estudio. Enn el siguiente link lo pueden ver http://well.blogs.nytimes.com/2015/09/02/physed-4/?_r=0

Os copio parte del artículo en inglés para el que se anime «At the age of 93, Olga Kotelko — one of the most successful and acclaimed nonagenarian track-and-field athletes in history — traveled to the University of Illinois to let scientists study her brain.

Ms. Kotelko held a number of world records and had won hundreds of gold medals in masters events. But she was of particular interest to the scientific community because she hadn’t begun serious athletic training until age 77. So scanning her brain could potentially show scientists what late-life exercise might do for brains.

Ms. Kotelko died last year at the age of 95, but the results of that summer brain scan were published last month in Neurocase.

And indeed, Ms. Kotelko’s brain looked quite different from those of other volunteers aged 90-plus who participated in the study, the scans showed. The white matter of her brain — the cells that connect neurons and help to transmit messages from one part of the brain to another — showed fewer abnormalities than the brains of other people her age. And her hippocampus, a portion of the brain involved in memory, was larger than that of similarly aged volunteers (although it was somewhat shrunken in comparison to the brains of volunteers decades younger than her).

Over all, her brain seemed younger than her age.

But because the scientists didn’t have a scan showing Ms. Kotelko’s brain before she began training, it’s impossible to know whether becoming an athlete late in life improved her brain’s health or whether her naturally healthy brain allowed her to become a stellar masters athlete.

And that distinction matters. Before scientists can recommend exercise to forestall cognitive decline, they need to establish that exercise does in fact slow cognitive decline.

So far, much of the available evidence has been weak. Many epidemiological studies show that physically active older people perform better on cognitive tests than their sedentary counterparts. But those studies were associational and leave many questions unanswered.

A new experiment by the same group of researchers who scanned Ms. Kotelko’s brain, however, bolsters the idea that exercise makes a difference in aging brains.

In the study, published last month in PLOS One, Agnieszka Burzynska, now an assistant professor of human development at Colorado State University in Fort Collins, and colleagues at the Beckman Institute for Advanced Science and Technology at the University of Illinois in Urbana scanned the brains of older men and women, aged 60 and 80, using a technique that tracks oxygen delivery to cells to determine brain activity. The researchers also measured their volunteers’ aerobic capacity and asked them to wear an activity monitor for a week to determine how much and how intensely they moved each day.

Notably, the most physically active elderly volunteers, according to their activity tracker data, had better oxygenation and healthier patterns of brain activity than the more sedentary volunteers — especially in parts of the brain, including the hippocampus, that are known to be involved in improved memory and cognition, and in connecting different brain areas to one another. Earlier brain scan experiments by Dr. Burzynska and her colleagues had established that similar brain activity in elderly people is associated with higher scores on cognitive tests.

Interestingly, as Dr. Burzynska points out, none of these volunteers were athletes, as Ms. Kotelko was. In fact, none of them formally exercised at all. But those who walked, gardened and simply moved more each day had brains that appeared to be in better shape than those of the other volunteers.

Of course, while this research offers tantalizing clues as to why exercise may be good for the brain, the study, like Ms. Kotelko’s scan, cannot prove cause and effect.

So, fundamentally, we still do not know whether and how physical activity changes our minds — a confusion that most likely was intensified for many of us by the results of a well-publicized study published last month in JAMA. In it, researchers from the Wake Forest School of Medicine in Winston-Salem, N.C., and other universities asked sedentary, elderly men and women, between the ages of 70 and 89, to start walking and doing light resistance training while other volunteers joined a health education program to serve as a control group.

To measure whether exercise made a difference in brain health, all of the participants completed cognitive testing at the beginning and the end of the study.

On the surface, the results were discouraging. The scores for the people in the exercise group were unchanged after two years and about the same as the scores for the group that attended health classes, intimating that exercise had had no effect.»

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Ejercicio físico para prevenir el Ictus

Hoy compartimos una noticia del blog Cosas del Cerebro del diario ABC sobre el ejercicio físico y sus efectos en la hipertensión y los factores de riesgo del Ictus. A continuación podéis leer el artículo completo. Recomendamos leerlo también en la web donde ha sido publicada la noticia

«La hipertensión arterial es el principal factor de riesgo del accidente cerebrovascular, más comúnmente conocido como ictus. Y el ejercicio tiene un papel muy importante para devolver la presión sanguínea a sus valores normales. Sin embargo, son pocos los médicos que aconsejan a sus pacientes practicar actividad física de forma regular como parte integral de tratamiento de la hipertensión.

La mayoría de las veces la hipertensión se puede controlar con fármacos y cambios y en estilo de vida, que incluyen, mantener un peso saluble, una alimentación cardiosaludable rica en potasio y fibra, dejar de fumar, moderar el consumo de alcohol y sal, evitar las situaciones de estrés o aprender a manejarlo de forma efectiva (incluyendo la práctica de técnicas de relajación, meditación o yoga). El ejercicio, como cambio en el estilo de vida, sirve para mantener un peso saludable además de ayudar a combatir el estrés.

Un comentario publicado en “Journal of human hipertensión”, destaca un estudio sobre de la Universidad de Michigan en el que se preguntó a casi medio millón de hipertensos si su médico o el personal de enfermería les habían aconsejado practicar ejercicio como una forma efectiva de reducir la hipertensión y, en caso afirmativo, si habían seguido el consejo. Inexplicablemente el 20%, uno de cada cinco, no habían sido informado del beneficio del ejercicio para combatir la presión sanguínea elevada, ni se lo habían recomendado.

Entre los que sí habían recibido como parte de su tratamiento el consejo de hacer ejercicio, la probabilidad de que lo siguieran como parte de su terapia era del doble. Solo el 14,8 % de los encuestados hipertensos a los que se prescribió la actividad física hacían tanto ejercicios aeróbicos como de resistencia. Un tercio hacían ejercicio aeróbico solamente, y un 7,2 % sólo ejercicio de resistencia.

“Estos resultados exigen un examen de si asesoramos a nuestros pacientes adecuadamente y si ellos escuchan nuestros consejos”, señala la revista. Como aspecto a destacar del estudio, que se basa en una importante encuesta a nivel nacional realizada en Estados Unidos, hay que citar que han investigado el papel del ejercicio de resistencia en la hipertensión, que ha recibido relativamente poca atención en comparación con el ejercicio aeróbico.

Sin embargo, el ejercicio de resistencia es fundamental como complemento en la prevención y control de la hipertensión. La adaptación cardiovascular mejora con ejercicios regulares de resistencia y se reduce la presión arterial en  estado de estrés y reposo. Y es que los deportes de resistencia moderados activan el corazón y el sistema circulatorio.

Actividades como caminar a paso ligero, hacer bicicleta estática, nadar, subir escaleras o incluso bailar, son ejemplos de ejercicios de resistencia que se sabe que además de mantener en forma el corazón, los pulmones, el sistema circulatorio y mejorar la aptitud física general, también tienen efectos beneficiosos para el cerebro.

Si el ejercicio tiende a reducir la presión arterial, debido a un fenómeno que se denomina hipotensión post-ejercicio,  especialmente beneficioso para las personas con hipertensión arterial, ¿como se explica que uno de cada cinco pacientes con hipertensión no hayan sido asesorados para hacer ejercicio?, se pregunta la revista. Y añade que aunque el estudio no ofrece una respuesta a esa pregunta, los médicos deben preguntarse a sí mismos si están recomendado el ejercicio como parte del tratamiento y si están dándole la importancia suficiente frente a otras pautas saludables.

“No es posible discernir a partir de este estudio si el asesoramiento aumenta la adherencia al ejercicio. Pero la hipertensión es tan frecuente que incluso un modesto efecto de los consejos sobre el comportamiento beneficiará a muchos pacientes. Claramente, estamos obligados a hacer saber a nuestros pacientes hipertensos que el ejercicio es beneficioso”.

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Estrategias para proteger el cerebro

Compartimos unas recomendaciones para afrontar el problema del deterioro cognitivo publicados por el diario elmundo.es

  1. Haga ejercicio. Numerosas investigaciones han demostrado cómo el ejercicio es un gran aliado para la memoria y su mantenimiento. Resaltan la activación de una molécula conocida como el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, del inglés brain-derived neurotrophic factor) que pertenece a las neurotrofinas, una familia de proteínas que favorecen la supervivencia de las neuronas, incluso a edades avanzadas. Es decir, nunca es tarde para empezar a hacer ejercicio y prevenir el declive de los años. Además, ayudará a mantener a raya el peso y el perímetro de la cintura, que no sólo multiplica el riesgo de problemas coronarios o accidentes cerebrovasculares, también se ha asociado a la demencia. José Álvarez, jefe de servicio de Neurología del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, lo subraya en su consulta: «La actividad física, sobre todo el ejercicio aeróbico, aumenta la neuroplasticidad y el número de neuronas. Como mínimo debería realizarse tres veces por semana»
  2. Resultado de imagen de gerontogimnasia
  3. Controle el azúcar y la tensión. Las personas que tienen diabetes, hipertensión arterial y altos niveles de colesterol LDL (‘el malo’) entre los 40 y los 64 años son más propensas a perder células cerebrales y sufrir así problemas de memoria y habilidades cognitivas. Los expertos insisten en el adecuado tratamiento de estos tres factores. Uno de los datos expuestos en la II Cumbre Mundial de Innovación en Salud (Wish Qatar), celebrada el pasado mes de febrero, en la que se discutió sobre demencia, apuntaba que una persona con hipertensión no tratada tenía 1,6 veces más riesgo de demencia.
  4. Evite el estrés. Episodios como un divorcio, la muerte de un familiar o problemas laborales, por ejemplo, podrían causar una cascada de reacciones fisiológicas en el sistema nervioso central, el sistema endocrino, el sistema inmune y el cardiovascular que, de forma conjunta, afectarían al funcionamiento del cerebro y, en consecuencia, aumentarían las posibilidades de desarrollar demencia.
  5. Aléjese de la depresión. Se ha visto que la inflamación del tejido cerebral que se produce con esta enfermedad mental puede contribuir al desarrollo de demencia. También ciertas proteínas del cerebro que se elevan si se sufre depresión y algunos hábitos vinculados a una depresión de larga duración, como la dieta, la cantidad de ejercicio que se realiza o el menor tiempo que se dedica a interactuar con otras personas, también influye en la pérdida cognitiva patológica. «Un cerebro optimista ayuda a ser más feliz y retrasa la oxidación cerebral y el riesgo de sufrir un ictus o Alzheimer», sentencia el neuropsicólogo Álvaro Bilbao.
  6. Duerma y descanse. El sueño no sólo tiene efecto inmediato en las funciones intelectuales y el estado de ánimo, sino que a largo plazo crea nuevas conexiones neuronales que protegen al cerebro de enfermedades neurodegenerativas.
  7. Deje de fumar. Además de sus efectos perjudiciales en cuanto a accidentes cerebrovasculares y enfermedades coronarias, aumenta en un 60% el riesgo de demencia. Según la OMS, puede estar detrás de hasta el 14% de los casos de Alzheimer.
  8. No beba. Un elevado consumo aumenta el riesgo de demencia y atrae enfermedades cardiovasculares, que son favorecedoras de las lesiones neurodegenerativas.
  9. Alíese con la dieta mediterránea. Este patrón alimenticio regado con aceite de oliva virgen extra o frutos secos no sólo protege al corazón, también al cerebro. Según la literatura científica, mejora significativamente la capacidad cognitiva de las personas mayores. Se recomienda, además, evitar la sal, los conservantes y los colorantes, que contribuyen a la inflamación del cerebro. Algunos estudios, puntualiza el Álvarez, «sugieren que el consumo moderado de café mejora el rendimiento cognitivo».
  10. Active su cerebro. La curiosidad y las nuevas experiencias también protegen de estos trastornos. Una persona muy cultivada, a lo largo de su vida, logra un cúmulo de conexiones sinápticas tan importante que su cerebro puede llegar a pesar 100 gramos más. En aquellas personas a las que les gusta la lectura, escribir, debatir o escuchar música, la pérdida de memoria asociada a la edad se retrasa. «Desaconsejamos las actividades pasivas como ver la televisión. Es preferible que huyan de la rutina, hagan cosas nuevas, se apunten a clases de baile, se aficionen a juegos recreativos, hacer crucigramas, puzzles, tetris, aprendan un nuevo idioma, hagan voluntariado… Huir de lo que se hace habitualmente requiere formación de sinapsis que ayudarán a combatir el envejecimiento. Es importante tomar decisiones», resume el neurólogo del Vall d’Hebron.
  11. Relacíonese y déjese querer. Junto con el ejercicio físico, la socialización ayuda a generar neurotransmisores, fortalece el sistema inmonológico y ayuda a prevenir la inflamación del cerebro, que interviene en el desarrollo de Alzheimer.
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