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A través de esta sección os actualizaremos las novedades sobre el Tratamiento del Ictus y las actividades que vamos planificando en esta Web.

Conoce el Derrame cerebral

Hola lectores de Tratamientoictus.com. Hoy vamos a compartir una iniciativa muy positiva que se está llevando a cabo en Puerto Rico para concienciar a la gente sobre los factores de riesgo y los síntomas del derrame cerebral.

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En el diario elnuevodia.com detallan: » El ataque cerebral, comúnmente conocido como derrame, es la tercera causa de muerte en los países industrializados, incluyendo a Puerto Rico. Es, además, una de las principales causas de incapacidad y una de las condiciones más costosas de tratar -no solo por tratamiento hospitalario, también por rehabilitación, medicamentos y pérdida de funciones.

De ahí la importancia de la prevención y de que la población conozca los síntomas, los tome en cuenta y acuda a tiempo a buscar ayuda, recomienda el secretario del Departamento de Salud (DS), Rafael Rodríguez Mercado, quien destaca que mayo el mes de concienciación sobre esta condición.

“Queremos que la gente conozca sobre los derrames cerebrales, las causas, los síntomas y cómo pueden prevenirlos”, agrega el especialista en neurocirugía endovascular, mientras explica que en la Isla se producen alrededor de 5,000 derrames cerebrales anuales y solamente el 8% de ellos se trata. Además, solo hay tres especialistas y dos hospitales preparados para atender estas emergencias, el Centro Médico y el Hospital Hima de Caguas.

Qué es

El neurocirujano explica que hay dos tipos de derrames: el isquémico -el más común (alrededor de un 85%)- y el hemorrágico que es menos común, pero tiene una mortalidad más alta. Sobre el ataque cerebral isquémico, señala que es causado por un bloqueo a una arteria que suministra sangre al cerebro -que reduce repentinamente o interrumpe el flujo de sangre a un área del cerebro. “Eso puede causar un dolorcito de cabeza, adormecimiento de la cara, visión doble, adormecimiento de un lado del cuerpo o flacidez completa, y hasta puede caer en coma”, explica el médico.

Mientras que el hemorrágico, dice que casi siempre es causado por un aneurisma cerebral “que es como un ensanchamiento o abombamiento anormal de una parte de una arteria debido a debilidad en la pared del vaso sanguíneo hasta que revienta”, lo que causa una hemorragia dentro de la masa cerebral.

Entre los síntomas más frecuentes, se destaca un fuerte dolor de cabeza, de tipo explosivo, debilidad o parálisis de un lado del cuerpo que influye particularmente en la cara, el brazo y la pierna o adormecimiento de un lado del cuerpo, pérdida de visión en un ojo o visión doble y dificultad para hablar o que no entiende lo que se le dice.

Rodríguez indica que este tipo de derrame también puede ser causado por alta presión y resalta que en Puerto Rico casi el 48% de la población tiene hipertensión. “Cuando no está controlada la persona puede desarrollar una hemorragia cerebral”, advierte. También menciona malformaciones arteriovenosas “cuando una arteria se pega a una vena sin que haya una fase capilar y al romperse también puede causar un derrame cerebral hemorrágico”.

Factores de riesgo

El primero es familiar, destaca el doctor Rodríguez. “Si tienes un familiar que le ha dado un ataque cerebral isquémico o hemorrágico, debes chequear con el médico para ver los riesgos que tienes”, advierte.

La hipertensión, diabetes descontrolada, colesterol alto, vida sedentaria, fumar, consumo de alcohol en exceso, obesidad y las enfermedades cardíacas son los principales factores de riesgo que pueden promover un ataque cerebrovascular, indica el especialista endovascular.

“Cuando la diabetes está descontrolada pueden formarse placas de colesterol en las arterias, principalmente en las carótidas y migrar una placa hacia el cerebro. Y las personas que tienen enfermedades cardiacas, como arritmias, fallo congestivo y problemas de válvulas, también pueden desarrollar coágulos de sangre que tapan las arterias”, advierte

Otros factores incluyen el consumo de drogas ilícitas -como la cocaína- y condiciones genéticas o congénitas, especialmente anomalías vasculares. Pero hay muchos otros factores se pueden modificar y disminuir el riesgo.

Por eso es importante tomar medidas. Entre ellas, mantener la presión arterial controlada, realizar ejercicio físico regularmente, bajar de peso y controlar el azúcar en la sangre, entre otras. “Se recomienda una dieta saludable, evitar las grasas, la sal, dejar de fumar, hacer ejercicios y no consumir exceso de alcohol”, aconseja una publicación del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS por sus siglas en inglés). También es importante reconocer las señales de alarma, como el adormecimiento de la mano, pierna o en la mitad del cuerpo, balbucear o decir palabras sin sentido, perder la visión de un lado, dolor de cabeza persistente, acompañado de vómitos que no es habitual, señala la publicación.

Otra situación que también se debe tener en cuenta es el riesgo de un ataque isquémico transitorio (‘Transient Ischemic Attack’ o TIA por sus siglas en inglés), una afección que también se conoce como “miniaccidente cerebrovascular” y comienza exactamente igual que un ataque cerebrovascular (derrame), aunque luego se resuelve sin dejar síntomas o déficits notables. Los síntomas pueden durar segundos y aunque aparentemente no ha pasado nada, es importante reconocerlos y actuar rápidamente

“Cuando una persona sufre un TIA, tiene falta de flujo sanguíneo a una región del cerebro durante un periodo corto. Cuando eso ocurre, dependiendo en qué parte del cerebro haya pasado, hay unos síntomas. Lo más común es que la persona hable enredado, la boca se vira, hay debilidad de un brazo y de una pierna, adormecimiento y falta de coordinación”, explica el doctor Rodríguez, quien destaca que una de las dificultades es que después de un TIA, el riesgo de un ataque cerebral en las próximas 48 horas es bastante alto.

 

Cabe resaltar que los ataques cerebrales pueden ocurrir a cualquier edad, tanto en hombres y mujeres jóvenes como mayores. Pero según se envejece aumenta el riesgo, señala Rodríguez. Sobre todo, después de los 60 y 70 años. Y aunque inicialmente el hombre tiene un riesgo mayor, la mujer lo iguala después de los 55 años.»